Título
Econ. Ana Isabel Belmonte.
Comité de Economía de la Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo

La Inflación Desacelera pero mantiene su Tendencia Alcista

El Banco Central de Venezuela publicó, conjuntamente y con retardo, los datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor, INPC, de junio y de julio, confirmando la tendencia alcista.

Según el BCV, la inflación del mes de junio alcanzó el 11,4% mientras que el dato de julio se ubicó en 7,5%. Así, la variación de precios acumula un 48,4% durante los primeros siete meses del año y un 137,1% desde julio del 2021.

La inflación repuntó entre marzo y junio, y aunque desaceleró en julio, en los últimos dos meses se registraron las variaciones de precios más altas del año, confirmando la tendencia alcista que presentan desde marzo y que coincide con estimaciones de otras fuentes independientes.

La inflación anualizada de 137,1% y una anualizada promedio de 325%, muestran la resistencia de los precios que mantiene a Venezuela entre los países con mayor inflación al nivel mundial, lo que se debe, principalmente, a la persistente monetización del déficit por parte del BCV, que genera presiones de demanda, y a la sobrevaluación del tipo de cambio que favorece a las importaciones mientras se restringe el crecimiento interno.

La situación geopolítica también afecta a la inflación local por el encarecimiento global de materias primas claves como la energía y los alimentos. Si bien los precios del petróleo incrementan los ingresos externos del país, al incorporarse al torrente monetario presiona los precios, a lo que también contribuye la alta dependencia de la economía nacional de insumos y bienes importados.

Los efectos son más preocupantes cuando se evidencia que el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas, afectado también por el tipo de cambio, presenta desde abril variaciones de precios superiores al índice general. Entre enero y julio la inflación de alimentos acumuló un 50,4% frente al acumulado de 48,4% del INPC general.

La tendencia alcista de la inflación y del tipo de cambio provocan la pérdida de poder adquisitivo tanto del bolívar como del dólar, generando presiones para aumentos salariales difíciles de satisfacer por los empleadores, ante la complejidad de las estructuras de costos de las empresas nacionales.